Derrota
rojinegra recibiendo al Santos
Rafael
Márquez marca por primera vez en su segunda etapa con Atlas
Casi era hora del
partido. El equipo Atlas recibiría en el Jalisco al Club Santos Laguna, ambos
necesitados de puntos debido al mal paso que habían tenido en jornadas
anteriores; los Zorros venían de perder en Sinaloa mientras que los Guerreros
apenas sacaron un empate en casa frente al Puebla. La llegada a la cancha fue,
como de costumbre, un tránsito complicado entre una avalancha de playeras
rojinegras y una que otra albiverde. Se escuchaban los comentarios proféticos y
referencias históricas.
<< A ver cómo nos
va… no pudimos con Dorados>>
<< Santos es el
cliente, hijo. Sí les metemos tres>>
Ya faltando alrededor de una cuadra para llegar al inmueble,
se veían los típicos puestos de artículos y chucherías para fanáticos; podía
escucharse el tan repetitivo como indispensable << ¡lleve la playera, la
playera, la playera!>>. Como si supiera acerca de nuestro reporteo, un
hombre con la camiseta lagunera, alto, robusto y de edad avanzada se acercó
tranquilo y lanzó su pronóstico: << Hoy gana el Santos 2 - 1>>. El
operativo policíaco era impresionante: la zona por la que teníamos que acceder
nos quedaba a unos cuantos pasos, pero tuvimos que rodear dos manzanas enteras
para llegar. Eso sí, la seguridad era << impecable>>, según
un prepotente oficial que, con apatía, se negó a dar más declaraciones.
Llegadas las ocho de la noche, un camión de la ruta 110
que había sido << tomado>> por miembros de la Famosa Barra 51 hacía su llegada al estadio, mientras sus pasajeros
cantaban en un desafinado coro el Hoy hay
que ganar, Academia, para después bajar golpeando bombos y tocando
platillos. Uno de ellos caminaba entre la gente repartiendo volantes cuyo
título decía << Imposible – Callejeros. Himno de la Furia
Rojinegra>>.
Por supuesto, no podía faltar el desorientado cuyo
<< Amigo no llegó>>.
<< Me sobra un
boleto… te lo dejo treinta pesos más barato>>
<< ¿Qué zona
es?>>
<< B Poniente. Te
regalo el de Copa>>
<< Nel, hermano; yo
voy a Alta Norte>>
<< Es más, cómprame
unas chelas y te lo doy>>.
También hizo presencia el fiel aficionado que viajaba
sólo para ver a su equipo y que confiaba en sus colegas rojinegros.
<< Hermano, vengo
de Mazatlán y no traigo para mi boleto; ¿haces paro? Con un varo que me hagas valer está
bien>>.
Uno no podía quedar mal con un simpatizante tan
apasionado… Diez pesos fueron suficientes para sacarle una sonrisa a nuestro
amigo ocasional.
Eran las 8:20 y el tiempo apremiaba. Después de los
múltiples filtros, por fin ingresamos a la cancha del Monumental estadio Jalisco con la ilusión, hay que admitirlo, de
que nuestro equipo sacara tres puntos, a pesar de la <<
objetividad>> que debiéramos o no manejar. El ambiente era bárbaro. De esos que, a pesar
de que sepas de antemano la pasión que existirá, no dejas de sorprenderte ante
los gritos, los cantos, los brincos, las banderas ondeantes… esos sentimientos
que sólo el enamorado de la pelota sabe qué gusto tienen. La tribuna rugía al
ritmo de una incesante seguidilla de cánticos de aliento emitidos por un
desafinado coro de miles de almas que, al igual que nosotros, deseaban ver
ganar al Atlas.
Sonó el himno, salieron los jugadores ovacionados por la
gente y, después de todos los protocolos impuestos por la Liga MX, inició el
partido a las 8:36 de la noche. El juego era muy trabado en el medio campo, con
una sarta de pelotazos que parecía interminable y nos hacía preguntarnos si
alguna vez caería un gol en cualquiera de las porterías. Esa constante duró
hasta el minuto ocho, cuando Walter Kannemann perdió un balón que quedó en los
botines del Quick Mendoza, quien sacó
un zapatazo con dirección de portería. No se puede disminuir el susto que causó
la jugada, pero Óscar Ustari contuvo la primera bola peligrosa de la noche.
Corría el minuto catorce y ocurrió algo que, por alguna
razón — siendo sarcásticos, claro está —, ya no sorprende a nadie: el árbitro
Luis Enrique Santander le mostró el cartón preventivo al Vikingo Kannemann después de una fuerte entrada sobre Diego
González.
Ya había transcurrido
casi media hora de juego y no se veía un dominador claro; de hecho, más allá de
un par de tímidas aproximaciones por parte de ambas escuadras, el balón transcurría
la mayor parte del tiempo en la media cancha. La primera clara a favor del
Atlas fue una jugada tropezada en la que el propio delantero rojinegro, Gonzalo
Bergessio, actuó como defensa al quitarle una fácil anotación a Dieter
Villalpando. Minutos más tarde, un mal rechace de la defensiva santista terminó
en tiro de esquina. El encargado de cobrar fue el mismo Dieter, quien sacó un
centro de derecha a primer poste y… ¡GOL! Rafael Márquez, fiel a su estilo,
remató de cabeza el balón que entró decididamente por el poste de Agustín
Marchesín.
La fiesta que se disparó en ese momento fue épica. La Fiel lo sabía: el Káiser zamorano había conseguido su primera anotación desde su
regreso al equipo que lo vio nacer. Así es: después de diecisiete años, el
capitán volvió a marcar con la camiseta rojinegra. Los gritos de olé, olé, olé. Rafa, Rafa no se hicieron
esperar. Parecía que el Jalisco iba a caerse al ver a Márquez besar el escudo
de su corazón mientras miraba a la Famosa.
Como cabía esperar, el equipo lagunero se fue al frente
buscando el empate. Una seguidilla de centros y tiros libres bombardeó el área
local. Tanta fue la presión para el Rojinegro
que el centro delantero Gonzalo Bergessio, recibió una tarjeta de amonestación.
Al minuto cuarenta y dos, el propio Dieter Villalpando
recuperaba el balón y pretendía comenzar un nuevo avance atlista, pero en un
descuido perdió el esférico que fue a dar a los pies Luís Ángel Mendoza; el Quick metió un centro por delante de los
defensas rojinegros que sólo pudieron ver cómo Martín Bravo le daba dirección a
la número 5 y la ponía a descansar en
la red que defendía Óscar Ustari. El gusto y la ventaja que nos dio el gol de Rafa duraron apenas poco más de diez
minutos cuando el marcador ya indicaba el 1 – 1. Eso sí, la Fiel no dejó de gritar y alentar a los jugadores del Atlas quienes,
acompañados por los incesantes himnos futboleros de cada dos semanas, se fueron
al descanso con un empate de amargo sabor.
Eran las 9:40 en punto cuando Santander hizo sonar su
silbato y dio inicio al segundo tiempo. No iban ni dos minutos del complemento
cuando se daba la primera falta a favor del Santos, que se veía fuerte y
motivado después de ese gol tardío en la primera mitad. Pero no hubo acciones
relevantes hasta el minuto cincuenta y cinco, cuando Gonzalo Bergessio fue a
disputar un balón arriba derribando a Jesús Molina en el acto; al árbitro le
pareció suficiente para sacarle la segunda amarilla al nueve argentino.
¡Expulsión! Y la gente no lo podía creer; el Jalisco entero convergió en
chiflidos, abucheos y una sarta de insultos al colegiado que dejaba al Atlas
con un hombre menos. De cualquier manera, el partido continuaba y había que
hacerle frente.
El equipo visitante dominó la posesión del balón mientras
los de casa se defendían. Ver a los jugadores rojinegros perseguir la pelota
por todo el campo desesperaba a la afición que, sin embargo, en ningún momento
dejó de corear los cánticos que aligeraban un poco la carga de lo que se veía
en la cancha.
Era el minuto setenta y dos cuando ocurrió algo que le
heló la sangre a toda la afición rojinegra: Rafael Márquez derriba en el área a
la Rata Bravo en una aproximación
santista. Algunos atrevidos exigían al árbitro amonestar al delantero por
<< simular>> una falta aunque, siendo francos, el golpe no parecía
ser fingido.
<< Era penal,
¿no?>>
<< Sí, sí. Yo
también lo vi>> se comentaba en la tribuna.
De cualquier modo, tres minutos más tarde, como si se
hubiera percatado de su error y tratara de compensarlo, Santander se inventó
una falta a saber de dónde, después de un mínimo contacto, otra vez, entre Rafa
Márquez y Martín Bravo en un balón dividido por aire que cruzaba el área
rojinegra. La Barra 51 de pronto
cambió los cánticos de alabanza al equipo por salmos ofensivos dirigidos al
silbante. El encargado de ejecutar fue Néstor Calderón. Algunos aficionados
gritaban apoyando a Ustari, mientras que otro hacían lo propio tratando de
distraer al cobrador. Como si se tratara de alguna especie de cruel ironía, en
la misma portería en la que presenciamos el primer gol del Káiser esta temporada, ahora estábamos viendo cómo el Avión ponía en ventaja a su equipo…
justo delante de la barra local.
Atlas, como era lógico, se fue al frente con lo que le
quedaba los últimos diez minutos, pero no fue suficiente. Ni siquiera con los
defensas centrales buscando hacer daño al marco albiverde logró la Furia crear una ocasión de verdadero
peligro. El juego siguió su curso, ambas escuadras agotaron sus cambios y,
finalmente, el árbitro pitó el final, que firmaba la segunda derrota
consecutiva del conjunto tapatío.
La afición rojinegra no tiene el mote de La Fiel por gusto o porque a alguien
simplemente se le ocurrió; el equipo no puede quejarse de falta de apoyo en las
buenas, en las malas ni en las peores. Y este partido no fue la excepción: en
lugar de abuchear o reprobar a los futbolistas, lo que hizo la gente fue gritar
más y más fuerte ese coro que dicta ¡te
amo! Soy rojinegro, de Atlas voy enamorado. Más allá de las canciones, que
no son poca cosa, el momento de mayor euforia se dio cuando el mismísimo
capitán, Rafael Márquez — ¿hace falta
decir el nombre?— se acercó con la Famosa
para aplaudir en señal de agradecimiento por el apoyo. El griterío fue casi
tan impresionante como el que generó el primer gol de la noche.
Así, como si aquel hombre la camiseta lagunera, alto,
robusto y de edad avanzada fuera una suerte de profeta, o como si hubiera
sabido algo que nosotros no sabíamos, Santos se llevó a Torreón la victoria por
marcador de 2 – 1, en un partido del que la directiva del Atlas tendrá que
sacar muchas conclusiones y del que hay que subrayar el incesante e igualmente
incondicional apoyo que brindó la afición al equipo de sus… de nuestros amores.
La Academia volvía a caer en casa,
pero ese hecho no bastó para que el hincha dejara de gritar y cantar un solo
instante. Lo último que queda por decir es: nos vemos el viernes, Veracruz.
Por Sergio Espinoza y Rodrigo Íñiguez
Encontre todos los elementos de la crónica, tuvo un buen remate.
ResponderEliminarMuy buena crónica descriptiva, lo único que señalaría son los signos que usaron como comillas, y la falta de comillas en "Rojinegra", "Zorros", "Guerreros".
¡Y buen uso del lenguaje!
Grazie mille.
EliminarEn definitiva la considero una crónica interpretativa, informa el acontecimiento contestando las preguntas e incluye interpretaciones de los autores. Tiene titular, subtítulo, desarrollo cronológico y remate. Además incluye imagen y su respectivo pie de foto. Respeta la cantidad de palabras y el estilo de redacción es muy agradable a mi parecer. Si no me equivoco también contiene despiece, pero no es muy visible, no pude identificarlo.
ResponderEliminarMuy buena crónica.
Gracias, Ale. Tuve que eliminar el despiece porque no encajaba con el formato de blogger: lo incluía como otro párrafo de la crónica.
EliminarÉsta fue mi crónica favorita. Además de contar con todos los elementos necesarios, la redacción es muy amena e invita a continuar leyendo. Incluso para alguien como yo, que no sé de fútbol ni lo veo, resultó entretenida.
ResponderEliminarMuchas gracias, Andrea.
EliminarP.D. "Andrea Zacapuntas" jajaja
Cuenta con todos los elementos necesarios de la crónica y concuerdo con Andrea, fue de las crónicas que más me gusto porque nos contextualizo en el lugar y es muy descriptiva.
ResponderEliminarSolo como recomendación para algunas personas que no conocen de fútbol, explicar que es "La Famosa" y "La fiel".
FELICIDADES!!!
Gracias, bro. Sí, creo que escribimos como sobreentendiendo que todos sabrían lo que significan ciertos conceptos en este ámbito. Ignoramos la teoría del marciano :'v
EliminarEs una crónica que transporta al lugar de los hechos, mantiene el formato necesario y la redactaron de una manera interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente crónica!!!
ResponderEliminarAlgunos detalles que no están por demás mencionar; falto lugar y fecha de publicación, falto quien publica la nota y algunos entrecomillados.
Felicidades!!!
Muchas gracias, maestra. seguiremos mejorando para corregir esos aspectos.
EliminarMuy buena crónica, cumple con los requisitos y está redactada de manera que atrapa al lector.
ResponderEliminarAh, muchas gracias. Qué amable.
EliminarMuy buen trabajo. Me gustó la forma amena de la redacción que es lo que a cerca al lector, también me gustó el hecho de que lo escribieran tal como fueronlos hechos. Cumple con los requisitos, la extención de los párrafos es buena, pocos los errores.
ResponderEliminarBuen trabajo como siempre muchachos, es una excelente crónica, la manera en que describen el ambiente te mantiene atrapado y hace que te transportes al lugar de los hechos
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